La decisión de cuando realizar el primer pastoreo en las pasturas perennes (PP) o llevar a cabo el corte en los cultivos destinados a forraje conservado o la combinación de los dos tipos de utilización es una resolución que afecta no sólo la producción de forraje y la capacidad de rebrote de las pasturas en el uso inicial, sino la vida útil y productividad futura de las PP. Es una determinación que genera muchas dudas, tanto en los productores como en los asesores, y además, varía si son PP sembradas en otoño o a fines de invierno-principios de primavera, lo cual es consecuencia del diferente desarrollo de los componentes de las plantas con las distintas fechas de siembra. En otoño las PP, desde su implantación, crecen poco en la parte aérea y mucho en la radicular, lo contrario ocurre en primavera donde estas aumentan superficialmente pero menos en sus raíces.
El establecimiento de principios de otoño (desde mediados de marzo a principios de mayo), con adecuada fertilización de arranque, que es la época más favorable para el éxito futuro de las PP, alcanza la altura y cobertura de defoliación a los 150-180 días desde su emergencia. El intervalo corto corresponde a siembras más tempranas y en realidad lo que define el momento de la defoliación no es tanto lo que se ve a simple vista, sino lo que establece el desarrollo radicular de los componentes de las PP y “el piso”. Lo peor que puede ocurrir en una pastura joven es pastorearla con “falta de piso”, dado por los excesos hídricos en superficie. Con respecto al tamaño de los animales para el pastoreo de inicio, no hay evidencias claras de experimentos que demuestren lo que frecuentemente se indica, que es que se deben hacer con animales más livianos.
Se debe tener en cuenta que no todas las especies y cultivares integrantes de las PP tienen la misma velocidad de establecimiento y esto tiene interacción con la temperatura del suelo en los primeros estadios de la implantación. Si las PP están integradas por forrajeras bianuales o cortamente perennes, como cebadilla criolla, la rapidez de esta especie no debe definir el comienzo del pastoreo, sino las más lentas como las gramíneas perennes (por ejemplo festuca alta o raigrás perenne o pasto ovillo). Dentro de las leguminosas el trébol rojo es más agresivo en la implantación que la alfalfa y esta que el lotus corniculado o tenuis o trébol blanco. A su vez, cuando más baja es la temperatura de las primeras etapas del crecimiento más se ven favorecidas las gramíneas como cebadilla criolla o festuca alta y comienzan a ser perjudicadas las leguminosas, incluso aquellas que son muy rápidas si hay temperaturas favorables, como el trébol rojo o la alfalfa. Esto es lo que ocurre con siembras más tardías, de fines de mayo o junio. También se genera este inconveniente, cuando se mezclan dos cultivares (biotipos), como es el caso de festucas mediterráneas y continentales debido a sus diferencias propias, por la mayor velocidad de crecimiento inicial de estas últimas.
Un detalle, que se debe considerar, es que algunas forrajeras crecen bien a la sombra, por ejemplo: pasto ovillo y trébol rojo, en cambio otras no tiene gran habilidad competitiva con baja iluminación. Otro caso es la semilla de lotus tenuis que suele presentar un elevado porcentaje de “duras”, lo cual es removida por el escarificado y/o frío. Es probable que las bajas temperaturas invernales expliquen el nacimiento escalonado, de esta última especie, a partir de fines de esta estación climática. En invierno, en suelos saturados se ha observado una mejor emergencia de lotus que en aquellos con menor contenido de humedad. Por el contrario, con menos frío que se registrada en primavera, la situación se revierte.
En suelos de baja aptitud, como en aquellos que prevalecen la festuca alta y el agropiro alargado, el criterio para definir el inicio del pastoreo es diferente al de las PP de suelos altos. Aquí lo importante es lograr una cobertura lo más cercano posible al cien por ciento y una defoliación temprana o sin piso puede comprometer la vida útil de la PP. Se debe tener en cuenta que en estos suelos se buscan PP para períodos largos de utilización, normalmente de 6-10 años, por la alta relación costo de implantación/capacidad de producción de forraje de las PP y lo riesgoso que son las siembras en esos ambientes edáficos, con alta probabilidad de sufrir anegamientos temporales y la falta de piso frecuente en invierno-primavera. Puede llegar a requerir no ser usadas en el año de la implantación, si esto compromete la cobertura de la PP. El agropiro alargado es una forrajera que requiere más suma térmica que festuca alta para expandir una hoja. Esto implica que el intervalo de aparición de hojas resulta mayor en el primero, lo cual se manifiesta claramente en invierno cuando las tasas de acumulación de forraje de esta especie son extremadamente bajas. Experimentos realizados en ambientes semi-controlados evidenciaron que las condiciones de humedad y temperatura más favorables para el establecimiento de agropiro alargado se dan en siembras otoñales tempranas, las cuales permiten una emergencia alta y rápida, una estructura densa de la pastura que hace una importante contribución a la producción de forraje y un sistema radical que asegura una adecuada supervivencia estival.
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